Daijiro Ohara es jefe de la comisaría
de delante del parque Kameari, barrio de Katsushika, Tokio y tiene como
subordinados a Kankichi Ryotsu, Kei-ichi Nakagawa, Reiko Akimoto y Yoichi
Terai. Se desconoce su edad, aunque se aproxima que tiene unos 55 años.
Vive a kilómetros de la comisaría, en
la periferia, y por lo tanto tiene que tardar más de una hora para llegar a su
puesto de trabajo. Está casado y tiene una hija llamada Hiromi. Como policía,
mantiene buenas relaciones con todos sus inferiores, excepto Ryotsu. Se reúne muchas veces con el comisario del propio barrio.
Si queréis tener a un jefe estricto,
pero a la vez un claro ejemplo de responsabilidad y trabajo, Daijiro Ohara es
vuestro hombre. Esa es la razón del odio que tiene a Kankichi: es completamente
lo contrario. Detesta su irresponsabilidad y su “mala vida” y con esto quiero
decir que con 36 años todavía no se ha casado y se pasa todo el día haciendo
maquetas.
La descripción realizada por Ryo, sin
estar él presente, es:
“Es demasiado serio, también es
insensible, chuleta y muy gruñón. Además, le huelen los píes. Habría que estar
tarumba para apreciar un tipo así. De vez en cuando hay que hacerle la pelota.”
En ese momento, Nakagawa dice que Ryo
no para de darle a Ohara dolores de cabeza, a lo cual responde Kankichi que es
al revés.
Valora mucho la cultura tradicional
japonesa, ya sean bañeras hechas de bambú, tazones de la ceremonia del té,
series de samuráis como “la flor del ocaso”. Estos son los puntos débiles, los
cuales son atacados una y otra vez por Ryotsu. En definitiva, es un “toma y
daca”: Daijiro le dice ceporro y Ryo le hace sus jugarretas. Claro que al
final, el jefe se acaba vengando. Ya se sabe: quien ríe último, ríe mejor.
Hombre, Daijiro, creo que eso es pasarse un poco... Bueno, si compensa tu tazón roto, a mi me parece medio bien.